lunes, 1 de junio de 2009
Los "cyborgs" de Donna Haraway
Donna Haraway es una de las biólogas más revulsivas, impertinentes y atractivas que he leído: a un refinado espíritu crítico le añade una pluma mordaz, que no titubea al describirnos un mundo enfocado con lentes telescópica y microscópica alternadas, y cuyas perspectivas nos recuerdan las de los cómics.
En sus libros nos relata lo que otros han puesto en imágenes o sonidos de ciencia ficción, sólo que a ella jamás se le ocurriría que la ciencia ficción fuera simplemente una ficción.
Para ella, la ciencia ficción es nuestro más tangible presente y nuestra menos politizada experiencia de vida, mientras la reconoce como el ámbito de acción impune y predilecto de las grandes corporaciones.
Con mente grande, Haraway nos devuelve el mundo de los cybors hecho realidad, una realidad que quizás parezca excesiva o demasiado cruda, pero que al volverse visible se nos hace difícil de eludir.
He aquí unos pocos párrafos escritos por ella, para conocerla un poco más:
“Un cyborg es un organismo cibernético, un híbrido de máquina y organismo, una criatura de realidad social y también de ficción.”
“La ciencia ficción contemporánea está llena de cyborgs –criaturas que son simultáneamente animal y máquina-, que viven en mundos ambiguamente naturales y artificiales. La medicina moderna esta asimismo llena de cyborgs, cada uno de ellos concebido como un objeto codificado, en una intimidad y con un poder que no existen en la historia de la sexualidad.”
El ´sexo´ del cyborg restaura para Haraway algo "del hermoso barroquismo reproductor de los helechos e invertebrados ( magníficos profilácticos orgánicos contra la heterosexualidad) . Su reproducción orgánica no precisa acoplamiento." De hecho, las películas los muestran en sus vínculos como seres angélicos y desbordados de sentimientos, -en Blade Runner, por ejemplo- o como máquinas de la muerte, distantes, calculadoras, implacables.
“La guerra moderna es una orgía del cyborg codificado mediante las siglas C3I –el contacto de control de comunicaciones del servicio de inteligencia-…”
"La producción moderna parece un sueño laboral de colonización de cyborgs que presta visos idílicos a la pesadilla taylorista." Los procesos de fabricación automatizados sustituyen incontables manos y cabezas humanas.
“A finales del siglo XX –nuestra era, nuestro tiempo mítico- todos somos quimeras, híbridos teorizados y fabricados de máquina y organismo… “
Para Haraway “El cyborg es materia de ficción y experiencia viva que cambia lo que importa como experiencia de las mujeres a finales de este siglo. Se trata de una lucha a muerte, pero las fronteras entre ciencia ficción y realidad social son una ilusión óptica.”
En su “ Manifiesto para cyborgs” afirma que el cyborg es nuestra ontología, nos otorga nuestra política. Es una imagen condensada de imaginación y realidad material, que unidas estructuran cualquier posibilidad de transformación histórica.
Para esta bióloga que se declara marxista, feminista y materialista, el cyborg es una criatura en un mundo postgenérico. No tiene relaciones con la bisexualidad, ni con la simbiosis preedípica, ni con el trabajo no alienado u otras seducciones de la totalidad orgánica… es –advierte- el terrible telos apocalíptico de las crecientes dominaciones occidentales de la abstracta construcción de individuos...
Glup!
En sus libros nos relata lo que otros han puesto en imágenes o sonidos de ciencia ficción, sólo que a ella jamás se le ocurriría que la ciencia ficción fuera simplemente una ficción.
Para ella, la ciencia ficción es nuestro más tangible presente y nuestra menos politizada experiencia de vida, mientras la reconoce como el ámbito de acción impune y predilecto de las grandes corporaciones.
Con mente grande, Haraway nos devuelve el mundo de los cybors hecho realidad, una realidad que quizás parezca excesiva o demasiado cruda, pero que al volverse visible se nos hace difícil de eludir.
He aquí unos pocos párrafos escritos por ella, para conocerla un poco más:
“Un cyborg es un organismo cibernético, un híbrido de máquina y organismo, una criatura de realidad social y también de ficción.”
“La ciencia ficción contemporánea está llena de cyborgs –criaturas que son simultáneamente animal y máquina-, que viven en mundos ambiguamente naturales y artificiales. La medicina moderna esta asimismo llena de cyborgs, cada uno de ellos concebido como un objeto codificado, en una intimidad y con un poder que no existen en la historia de la sexualidad.”
El ´sexo´ del cyborg restaura para Haraway algo "del hermoso barroquismo reproductor de los helechos e invertebrados ( magníficos profilácticos orgánicos contra la heterosexualidad) . Su reproducción orgánica no precisa acoplamiento." De hecho, las películas los muestran en sus vínculos como seres angélicos y desbordados de sentimientos, -en Blade Runner, por ejemplo- o como máquinas de la muerte, distantes, calculadoras, implacables.
“La guerra moderna es una orgía del cyborg codificado mediante las siglas C3I –el contacto de control de comunicaciones del servicio de inteligencia-…”
"La producción moderna parece un sueño laboral de colonización de cyborgs que presta visos idílicos a la pesadilla taylorista." Los procesos de fabricación automatizados sustituyen incontables manos y cabezas humanas.
“A finales del siglo XX –nuestra era, nuestro tiempo mítico- todos somos quimeras, híbridos teorizados y fabricados de máquina y organismo… “
Para Haraway “El cyborg es materia de ficción y experiencia viva que cambia lo que importa como experiencia de las mujeres a finales de este siglo. Se trata de una lucha a muerte, pero las fronteras entre ciencia ficción y realidad social son una ilusión óptica.”
En su “ Manifiesto para cyborgs” afirma que el cyborg es nuestra ontología, nos otorga nuestra política. Es una imagen condensada de imaginación y realidad material, que unidas estructuran cualquier posibilidad de transformación histórica.
Para esta bióloga que se declara marxista, feminista y materialista, el cyborg es una criatura en un mundo postgenérico. No tiene relaciones con la bisexualidad, ni con la simbiosis preedípica, ni con el trabajo no alienado u otras seducciones de la totalidad orgánica… es –advierte- el terrible telos apocalíptico de las crecientes dominaciones occidentales de la abstracta construcción de individuos...
Glup!
Etiquetas:
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Donna Haraway,
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