lunes, 4 de mayo de 2009

Género neutro. 4- Entre cuerpo y logos

Al escribir “La mano izquierda de la oscuridad”, Ursula K. Le Guin esta empapada en las luchas feministas de su tiempo, y sus vivencias personales, -igual que su mirada-, estan impregnadas por cuestiones culturales. Es hija del inmigrante alemán Alfred Kroeber -un antropólogo fundador de la disciplina en los Estados Unidos-, pero elige pasar al escenario público con el apellido de su esposo, el francés Le Guin.
Así en su vida como en Gueden –ese planeta extraño donde se desenvuelven sus personajes neutros y no binarios-, su propia historia familiar de generaciones migrantes la sitúa reelaborando diferencias y rechazando la uniformidad [1].
Allí, en Gueden, las cosas no suelen ser como las perciben los ojos, ni como la razón, que es ciega, entiende: aún el terreno más paradigmático y poco discutible de la feminidad -la maternidad- está subvertido, junto a lo que para ella es el “dualismo que empapa el pensamiento humano”.
... “ yo estaba muy lejos de poder ver a los habitantes del planeta tal como ellos se veían a sí mismos. Lo había intentado, pero mis esfuerzos concluían en un modo de mirar demasiado deliberado: un guedeniano me parecía entonces primero un hombre, y luego una mujer, y les asignaba así categorías del todo irrelevantes para ellos, y para mí fundamentales...
[2]

Esta reflexión de Genry Ai, uno de los protagonistas, nos obliga a desviar la atención desde la llamativa cuestión del sexo hacia el problema cultural y político de la representación, ya que él mismo –bien distinto de los guedenianos- es en Gueden un representante extranjero.
El libro evoca, desde su título, un mundo de significantes oscuros, tan desconocidos para Ai como para nosotros. Sus representaciones en desplazamiento irán condensando, como en los agujeros negros se forman las estrellas, una nueva luz:
... “La luz es la mano izquierda de la oscuridad... como seguía? Luz, oscuridad. Miedo, coraje. Frío, calor. Hembra, macho. Es lo que tú eres, Derem, dos y uno. Una sombra en la nieve”...

Con intención tan política como poética la autora no teoriza, se apoya en una imagen, un fragmento ofrecido a la significación.
La mano izquierda de la oscuridad es una constelación significante que se irá descifrando en la perspectiva creada entre dos miradas: la de Genry Ai, que cuestiona los significados y el funcionamiento desde el mundo patriarcal del que proviene; y la de Estraven, el guedeniano, que lo ama y lo ve todo en clave de fratría.

En la discordancia de los signos con los indicios, que ambos atesoran en su exilio -metáfora de una mudanza interior-, se va componiendo un significado nuevo, del cual no hay para ellos –igual que para nosotros- conocimiento o mapa previamente trazado, sino presentimiento y devenir.
Desde la silenciosa vastedad del Hielo del exilio, la narradora nos tiende puentes, nuevos ligámenes y anclajes, como ese amor surgido entre Ai y Estraven. Su frágil y delicada comunión con el mundo que transitan, y el lenguaje de mente a mente en el que los protagonistas pronunciarán esas pequeñas voces con que nos hablan las cosas sin palabras, nos interpelarán bajo la forma de la inspiración.
Es que para la escritora, la creación y lo creado exceden el mundo objetivo; en esa experiencia de lo inalcanzable anida lo sagrado que pulsa en toda representación.

Ursula Le Guin nos obliga a reconocer su motivo: la misión de Ai es intentar una alianza del Ecúmen con este planeta cuyos habitantes han tomado un camino diferente y para preservarse se han aislado.... y ante la llegada del Enviado, deberán decidir si seguir así o aventurarse a “la expansión, la complejidad, e intensidad de la vida inteligente. El acrecentamiento de la armonía y la mayor gloria de Dios...”[3].
Pero su rey “no ve las cosas de un modo racional...”. La propuesta “significa que su poder esta amenazado, que el reino es una mota de polvo en el espacio....”

De este modo la narración, compuesta entre los dos protagonistas de estos mundos tan diversos, subvierte magistralmente la disyunción binaria implícita en la ley de no contradicción del género. Gueden se plantea como la posibilidad de existencia -junto a otros- de un campo de significados excluidos. Su inclusión provocaría desequilibrios y nuevos reordenamientos, que transformarían, seguramente, el sistema de poder, y con él, toda la realidad, incluídos los cuerpos, que responden no sólo a lo que el lenguaje nombra, sino a todas las manifestaciones posibles de intercambio social y de expresión personal.
En Gueden el orden y la ley van mucho más allá de lo explícito, lo cual abre el juego de posibilidades a lo que aún no se ha reconocido o manifestado.

* * *

[1] Para Braidotti, “el posicionamiento que precede nuestras subjetividades corporizadas e históricamente localizadas determina el tipo de mapas políticos y diagramas conceptuales que tenemos más probabilidad de trazar” Sujetos nómades, Pág. 147

[2] Según Roscoe, el paradigma de los géneros binarios de la cultura occidental, “no responde sino a fundamentos morales y naturalizantes. El estudio de las culturas no occidentales revela no sólo la variabilidad en los rasgos socioculturales de los roles sexuales, sino también la amplia variación en las creencias concernientes al cuerpo y a lo que constituye el sexo”. Para él “las categorías de género se basan a menudo en percepciones de las diferencias anatómicas y fisiológicas entre los cuerpos, pero estas percepciones estan casi siempre mediatizadas por categorías y significaciones culturales... comunican expectativas sociales sobre las conductas, el parentesco, la sexualidad, las relaciones interpersonales, e incluso , sobre los roles religiosos y laborales.” Cita en Cuerpos desobedientes, Pág. 44


[3] La mano izquierda..., Pág. 37

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