martes, 5 de mayo de 2009

Familia: 1- ¿Cuál es el significado del parentesco?

Puesto que las familias son un escalón intermedio entre el individuo y la sociedad, esta revisión es al trasluz de otros saberes; desea recoger las voces que condicionan o distorsionan su lectura, junto a las que claman por hacerse audibles.
No expondré el ‘fenómeno’ en su totalidad o una ‘suma’ de lo que puede representar, sino un conjunto de imágenes sugestivas, que conmueven el carácter manifiesto y estereotipado de ese término medio llamado ‘familia’.

Con el ánimo de evitar la ‘guetización’ del poder simbólico de la teoría y llevada por la idea de que su producción no es lejana a la del mito -pues una narración con créditos académicos también está impregnada de significaciones socialmente construidas y acordes a lo que la ideología y las fuerzas sociales proveen históricamente-, revisaremos juntos algunos textos que acompañaron las influyentes elaboraciones del psicoanálisis basadas en el mito de Edipo, y otros en discordia con él.
Lo que me parece pertinente de ser tratado aquí, nace de observar, de imaginar, de lo que puedo sentir como “significado”; y más allá del error posible, implica una permeabilidad que confunde las fronteras entre los otros, yo, y las categorías que aquí utilizo, de las cuales al menos me permito dudar.

La impertinencia de definir

Una familia, o "las familias", no pueden describirse sin traicionar su concepto, porque no se reducen a relaciones estáticas. Componen una trama en constante transformación, donde ni los personajes ni los hechos se presentan tan claros como creemos: no hay parientes “naturales” ni “vínculos” predeterminados.
No obstante, es muy difícil evitar esa parcelación y "blanqueamiento" a formas más oficiales o menos privadas de la intimidad -ese jugoso caldo que trasmuta, enriquece y condimenta la vida humana-. Lo que traducido a una fórmula promete ser más simple, se complejiza al separar sus ingredientes o ser ubicado en un contexto, y aunque tales maniobras acarrean no pocas disputas académicas, si algunos nombres aparecen, por un tiempo producen cierto alivio institucional.
Luego su uso por sí sólo afirma cierto "estado de las cosas", evidenciando lo que históricamente fue menester conceptualizar.

Así ocurrió con los estudios de familias, que comenzaron por el parentesco y terminaron demasiadas veces consagrando el modelo familiar hegemónico.
El impulso inicial surgió del evolucionista estadounidense Lewis Henry Morgan (1818-1881) quien frecuentando a los iroqueses reparó que...

“... un mismo término, con el que designaban o se dirigían a un pariente, podía agrupar a individuos que ocupaban lugares muy distintos en el árbol genealógico y en el cuadro de alianzas. Propuso entonces la noción de parentesco clasificatorio...” [1].

Interesante ‘objeto’ a ser construido por la antropología, el parentesco se dividdó en dos tipos relaciones que aún persisten: la filiación, que estudia la formación de los grupos sociales (familias nucleares, familias extendidas, linajes, clanes, tribus, etc.) y la alianza, que privilegia los intercambios matrimoniales entre los grupos.

Desde entonces una vieja polémica proyecta dos fantasmas sobre las ciencias ‘sociales”: determinismo biológico versus determinismo cultural... en cuyos métodos coinciden al menos todos los antropólogos: no importa a que corriente pertenezcan, la inestabilidad del parentesco obliga a estudiar la terminología caso por caso, igual que con las reglas de residencia, de matrimonio, de descendencia:

“Estas terminologías apelan simultáneamente a principios de filiación (¿a qué grupo se pertenece?) y de alianza (¿con quién se casa uno?). Todas las sociedades son hasta cierto punto endogámicas (se casan los semejantes), pero todas observan igualmente un principio exogámico que obliga a contraer matrimonio fuera del grupo de los parientes próximos [...] la definición de la proximidad que impide la sexualidad y el matrimonio varía en función de las culturas y no viene en modo alguno prescrita por una ley natural [...] Los sistemas elementales prescriben o aconsejan un matrimonio en forma concreta
[ ...] En los sistemas semicomplejos, el juego de prohibiciones limita la elección de cónyuges posibles [ ...] Los sistemas complejos proclaman la libertad de elección, aunque existen, claro está, unos determinismos sociológicos[...] Nos parece que la filiación se basa en la biología, cuando en realidad también está codificada por la cultura. Se da un lazo de filiación entre dos individuos cuando uno desciende del otro o cuando uno y otro descienden de la misma persona. Esta regla determina a qué grupo pertenece el individuo. La filiación es el principio que permite la transmisión del parentesco.”

Continúa: “... El linaje agrupa a las personas que se consideran descendienes de un ancestro común y que pueden reconstruir su genealogía a partir de dicho ancestro”

Hasta aquí los términos sitúan en una descripción clásica las relaciones de los actores.
La confusión sobreviene cuando las categorías construidas no ofician como unos principios organizativos que transmiten información sobre las conexiones dentro de una familia; ni como el ordenamiento que eslabona distintos niveles en una línea conceptual; sino como nombres propios que materializan ‘objetos’ empíricos. De ellos se nutre el vasto menú de malentendidos con el que los lazos que unen intensamente a las personas son precipitados hacia una institución ya asentada con mayúscula y en singular: La Familia.

Escalas de un pequeño paseo por el tiempo

Entre los orígenes de la noción de familia y esa que la historia construyó socialmente, hay dos caminos sucesorios: el determinismo biológico (sociobiología, psicología evolucionista, funcionalismo) y el determinismo cultural (linguística, psicoanálisis, estructuralismo). Cada una de sus versiones –como cada familia- representa un linaje, una memoria o ‘pantalla’ que proyecta antiguos retazos, huellas dislocadas e imágenes cuyas íntimas conexiones fueron reprimidas o desaparecieron detrás de una coherencia que no exhiben las piezas sueltas. Intentaremos recuperar aquí algo de todo eso que el olvido fue dejando atrás.


Friedrich Engels

En "El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado", Engels partirá de ese sistema de parentesco en contradicción con sus ‘verdaderos vínculos’ hallado entre los iroqueses por Henry Morgan:

“La familia, [...] es el elemento activo; nunca permanece estacionada, sino que pasa de una forma inferior a una forma superior a medida que la sociedad evoluciona de un grado más bajo a otro más alto. Los sistemas de parentesco, por el contrario, son pasivos; sólo después de largos intervalos registran los progresos hechos en la familia y no sufren una modificación radical sino cuando se ha modificado radicalmente la familia”.

Para Engels (1884-1986), este estudio era importante porque contribuía a su idea de que la historia avanza por oposiciones, nuevas síntesis y nuevas oposiciones.

“...La forma patriarcal [...] no sólo era admitida sin reservas como la más antigua, sino que se la identificaba –descontando la poligamia- con la familia burguesa de nuestros días, de modo que parecía que la familia no hubiera tenido desarrollo histórico.”

Del mismo modo en que la biología incluyó los cambios operados por el medio, “El origen de la familia...” absorberá influencias políticas y económicas:

“... las formas establecidas de parentesco, de organización social y de propiedad, lejos de constituir una herencia inmutable, han seguido una evolución determinada,... condicionada, en lo fundamental, por el grado de desarrollo económico de los diversos pueblos.”

En este marco –evolucionista-, Engels sostiene el ordenamiento de regulaciones sexuales diversas según la comunidad, pero la existencia de uniones ‘territoriales’ distintas a las ‘gentilicias’, lo pone frente a un régimen sometido a las relaciones de propiedad, ‘prueba’ de las principales tesis del materialismo histórico, y dirá:

“el factor decisivo en la historia es, en fin de cuentas, la producción y la reproducción de la vida inmediata [...] la producción de los medios de existencia ... y... la continuación de la especie ”.

Como antecedentes, Morgan menciona un histórico estudio de Bachofen (1861) sobre el ‘Derecho materno’, que adjudicaba a los griegos, sus nuevas divinidades y sus nuevas ideas el pasaje de la promiscuidad a la monogamia y del derecho materno al paterno. Y otro de J.F. Mac Lennan[8] quien da una suerte de progresión temporal y evolutiva que partiendo de la poliandria sigue con el pasaje de la endo a la exogamia mediante el rapto de las esposas, para continuar con el surgimiento del parentesco a través del reconocimiento del vínculo sanguíneo con la madre, -la filiación y la herencia materna-, hasta llegar al establecimiento de la descendencia por línea paterna.
Friedrich Engels, haciendo un bosquejo histórico-económico, más que desnaturalizar, recontextualiza el estatuto social de las familias. Tras analizar las relaciones entre hombres y mujeres, ‘primer momento de la división del trabajo y de la posterior división de la sociedad en clases’, sostendrá que la condición subordinada de la mujer, dado su papel insoslayable en la evolución humana, depende de una modificación radical en el modo de producción material, pero la división sexual del trabajo queda coaptada por la división de clases y la esperanza en una nueva síntesis superadora para toda la çlase trabajadora.
Su idea de historicidad de las instituciones surge infiltrada de evolucionismo, dando a su teoría cierto tufillo a darwinismo que más tarde habrá que purgar.


Sigmund Freud

El psicoanálisis, según Michel Foucault, nació como un “discurso destinado a decir la verdad sobre el sexo” que reificó en un saber específico las relaciones entre el poder y los sexos plasmadas en la familia hegemónica. Esto lo ha vuelto -como todo conocimiento altamente descriptivo-, prescriptivo sobre la conducta y las relaciones humanas, transformándolo quizás en el punto de vista más influyente del siglo XX sobre otras disciplinas que abordan relaciones humanas.
Freud se hará notorio en un momento de ascenso de las ciencias ‘del hombre o del espíritu’, adscribiendo al positivismo: tenía el optimismo del naturalista, deseaba que el pensamiento pudiera estudiarse con la misma exactitud con la que se capta bajo una lente al paramecio, ese animal unicelular perfectamente visible al microscopio óptico.

Esta ambición científica promovió credibilidad, pero también sobredeterminó a la teoría: Freud creía en lo que permanece igual a sí mismo, pero aplicado a lo humano, esto generará una ambigua ontoantropología.
Sus conceptos contienen, según J. Laplanche, “... la tentación de inscribir el inconsciente en tal o cual estirpe genética... Estirpe psicológica: ‘Todo lo que es consciente fue primero inconsciente’. Estirpe de lo biológico individual: el ello es el gran reservorio de las pulsiones y constituye la parte no reprimida de lo inconsciente, aquello que se conectaría directamente con el cuerpo. Estirpe, por último, de la especie y de la ‘filogénesis’: sea por el sesgo de las así llamadas ‘fantasías originarias’ –que constituirían el núcleo del inconsciente-, sea bajo el acápite de la especulación metabiológica y metacosmológica, que reenvía lo pulsional inconsciente a lo atávico inmemorial.”

Paul-Laurent Assoun, en su "Introducción a la epistemología freudiana", dirá que desde su origen determinista, el método hermenéutico-interpretativo genera cierta continuidad histórica donde las hipótesis y los enunciados reflejan un estado original.
Las tesis más fuertes del pscoanálisis contienen todavía muchas de las premisas que Freud elaborara a partir de las prácticas sociales del s.XVIII, como si entre su precipitado histórico[2] y un inconsciente ‘eterno’, la frontera fuese tan permeable que ambos se implicaran lógica y naturalmente.
No obstante, la teoría pudo enlazar los destinos de la energía libidinal y la predeterminación de las representaciones, en una narración de las relaciones familiares acorde con la vida familiar burguesa, recién a partir de la formulación del Complejo de Edipo (1910). [3] Quedará anudado así el futuro del niño a su desarrollo, y fijado su destino heterosexual a la prohibición del incesto:

“...en su forma positiva, el complejo se presenta como la historia de Edi po Rey: deseo de muerte del rival que es el personaje del mismo sexo y deseo sexual hacia el personaje del sexo opuesto....en su forma negativa... amor hacia el progenitor del mismo sexo y odio y celos hacia el progenitor del sexo opuesto” ( Diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y Pontalis )

El Complejo de Edipo prosperó, porque entre otras cosas, el mito parecía enlazar grandes montos de energía sexual a un relato plausible e ‘interpretable’, contaba con los personajes y la trama relacional hegemónica.
"En freud, observa Jean Hyppolite, siempre se pasa de una imagen naturalista a una comprensión hermenéutica, y viceversa [...] naturalismo y hermenéutica están unidos como un sólo y único lenguaje". Hyppolite señala el contraste entre la representación energética y el método de buscar el sentido como dos problemáticas muy difíciles de compatibilizar, nunca resignadas y cuyo destino Freud jamás separó, tanto que Edipo pasó de descripción fenomenológica a metapsicología, volviéndose el fundamento de toda la psicopatología psicoanalítica.

Claude Levi-Strauss

Iluminado por la teoría del inconsciente y la aparente universalidad del Complejo de Edipo, Levi-Strauss propondrá a las ciencias sociales una antropología que rechace las interpretaciones y distorsiones importadas de la biología y que unifique la multiplicidad de las descripciones etnográficas. Aspiraba a un orden simbólico a la francesa, de imperio universal. Para la antropología habrá entonces un modelo familiar que Levi-Strauss procesará con ojo hegemónico.
Su trabajo de campo sobre el parentesco le aporta datos de familias del más variado estilo: entre los nayar “el matrimonio no creaba lazos permanentes, las mujeres casadas estaban autorizadas a tener tantos amantes como quisieran. Los hijos (as) pertenecían exclusivamente a la línea materna y la autoridad sobre la familia y sobre la tierra no era ejercida por el efímero marido sino por los hermanos de la esposa ‘( pág. 10); “entre los massai y los chagga... reconocían a la familia como unidad social, pero... esto no se aplicaba para los hombres que estaban en el primer grado de la edad adulta –que se dedicaban a las actividades guerreras- ...la familia coexistía con un tipo no familiar y promiscuo...” (pág. 11); “...en la Alemania nazi comenzaba a aparecer una ruptura similar en la unidad familiar. Por una parte, los hombres se dedicaban a las actividades políticas y guerreras... de las que derivaban innumerables libertades”... “ pueblos que practicaban el préstamo de esposas, ya sea ... con motivo de ceremonias religiosas... ya sea estatutariamente...en un tipo de amistad institucional... entre los miembros” ... “ los wunambal... que se mostrara reacio a prestar su esposa a otros maridos potenciales... era considerado muy ‘egoísta’, ya que trataría de monopolizar un privilegio que el grupo social considera que debe compartir... dicha actitud acompañada del dogma de que los hombres no desempeñaban papel alguno en la procreación... aportaba dos buenas razones para negar la existencia de lazo alguno entre el marido y los hijos (as) de la esposa” (pág. 12); “la poligamia se refiere tanto a la poliginia... varias esposas, como a la poliandria... varios maridos comparten una esposa” ... “entre algunas tribus bantúes cada esposa vive con sus hijos(as) en una choza separada; la única diferencia con una familia monógama es el hecho de que el mismo hombre desempeña el papel de marido para todas sus esposas” (pág 13); “... los tupi kawahib... un jefe puede casarse con varias hermanas o con una madre y sus hijas ( de un matrimonio anterior)... los hijos (as) son criados conjuntamente por las mujeres, que no parecen preocuparse... de si los hijos que están criando son suyos o no... el jefe presta sus esposas a sus hermanos menores, a los funcionarios de la corte y a los visitantes... La poliandria....varios hombres comparten una esposa... el padre legítimo... es aquél que ha realizado una ceremonia especial... hasta que otro marido no se atribuye el derecho de paternidad mediante el mismo procedimiento... En Tibet y en Nepal... los hombres viven una existencia semi-nómada... y la poliandria hace factible que por lo menos uno de los maridos esté al cuidado del hogar.” (pág. 14); “los tupi kawahib... una gama de lazos... desde los amantes legítimos y permanentes hasta los amantes ocasionales... el status de los hijos venía definido por el matrimonio legal” (pág.15)...

Y ¿qué hace Levi-Strauss con todos estos datos? No los ordena en una tipología “por complicados y extremos” y porque además “no prueban demasiado”; busca elementos comunes, un andamiaje que acepte las variantes de una subjetividad común:
“... si bien no existe ley natural alguna que exija la universalidad de la familia, hay que explicar el hecho de que se encuentre en casi todas partes...”

Le parecía inevitable tener que definir "la familia" en singular, pero al extraer un ‘ideal’, condicionó a una medida única la lente más apta para enfocar tanta sobrecogedora diversidad.

” ...posee, por lo menos, las tres características siguientes: 1) Tiene origen en el matrimonio. 2) Está formado por el marido, la esposa y los hijos (as) nacidos del matrimonio, aunque es concebible que otros parientes, encuentren su lugar cerca del grupo nuclear. 3) Los miembros de la familia están unidos por a) lazos legales, b) derechos y obligaciones económicas, religiosas y de otro tipo y c) una red precisa de derechos y prohibiciones sexuales, más una cantidad variable y diversa de sentimientos psicológicos tales como el amor, afecto, respeto, temor, etc.”

Levi-Strauss refiere a esta estructura también los determinantes culturales descritos por Engels, de donde los arreglos sexuales derivarán de arreglos económicos: “ Lo que convierte al matrimonio en una necesidad es la división sexual del trabajo. Como las formas familiares, la división del trabajo es consecuencia más de consideraciones sociales y culturales que de consideraciones naturales ”.
Entonces elabora las teorías del don y los intercambios ( Boas [1909]; Malinowski [1922]; Mauss {1924]) como formas no mercantiles de actividad económica, que le sugieren y le permiten –Freud mediante- privilegiar el intercambio sexual entre padres e hijos extendido también al de mujeres.

Sabiendo que Freud, igual que Engels en "El origen de la familia... ", había tomado el estudio de Bancroft que en 1875 describe el incesto entre los nativos del Pacífico de América del Norte, Levi-Strauss dirá que “ La prohibición del incesto no es más que una suerte de remodelamiento de las condiciones biológicas del apareamiento y de la procreación...”
En su teoría sobre el parentesco, el tabú del incesto será la precondición del intercambio y la cultura para la reproducción exógama de hijos, y para mantener la unidad del ‘clan’ mediante la exogamia, a través de la heterosexualidad obligatoria.

Guiado por el modelo hegemónico, y sin poder escapar al reforzamiento recíproco que ejercen la realidad sobre la generalidad y viceversa, el etnógrafo hizo de ciertos hechos tal obviedad que ni siquiera merecían para él explicación[4]: “ por cada hombre no existe más que una mujer disponible” , llegará a decir para escapar... de la naturaleza desacreditada, sede de acuerdos sociales que su teoría legitimará sin inquietarse por que lo naturalice. De hecho, que en el intercambiado sean mujeres las excluidas, es la lógica de cualquier negociación basada en la idea sexista de ...“que uno de los sexos deba realizar ciertas tareas, esto significa también que al otro sexo le están prohibidas”.

¿Resultado? Con sus teorías sobre el parentesco y la familia, Levi-Strauss reificó a las familias en una atemporalidad que redujo sus diferentes formas a versiones simultáneas e intermedias ‘equivalentes’ de una estructura única:
“...la acumulación de datos hace evidente el hecho siguiente: el tipo de familia característico de la sociedad moderna, es decir, el basado en el matrimonio monógamo, en el establecimiento independiente de los recién casados, en la relación afectuosa entre padres e hijos, etc., si bien no siempre es fácil de reconocer tras la complicada red de extrañas costumbres e instituciones ..."
La antropología estructural mostraba que “...para el conjunto de la humanidad el requisito absoluto para la creación de una familia es la existencia previa de otras dos familias ...”
¡Y se había propuesto no abordar el tema en forma dogmática!

La solución se hallaba –él admite que el tema lo confunde-, en los irónicos límites de la ceguera selectiva. Porque la formación de una familia parecía resolver un imperativo natural por vía cultural, pero arrasaba todo posible sentido porque al describirlo como relaciones permanentes el parentesco perdía especificidad subjetiva: “... una familia no podría existir si no existiera la sociedad, es decir, la pluralidad de familias dispuestas a reconocer que existen otros lazos además de los consanguíneos y que el proceso natural de descendencia sólo puede llevarse a cabo a través del proceso social de afinidad”.

Así, la moderna sociedad conyugal pareció constituirse en el mejor ejemplo para formular desde el peor lugar sus tesis de que la organización social no es natural sino caprichosa. En la teoría de Levi-Strauss, la familia hegemónica subyacerá a cualquier sistema más o menos complejo: las reglas sociales de toda organización quedan instituidas por la heterosexualidad, de la cual dependerá la supervivencia de la especie desnaturalizada por la cultura.

* * *
[1] Marc Augé y J. P. Colleyn: El parentesco, en Qué es la antropología. Ed. Paidós, Argentina ( 2004)
2005. Cap. 2, pág. 36 Ibídem

[2] Lo que Judith Butler llama fundamentos contingentes me parece muy adecuado para describir este “precipitado histórico’: “ principios organizadores totalmente impregnados de prácticas materiales y ordenamientos institucionales..., matrices de poder y de discurso que me producen como un sujeto viable..., historias institucionales de sujeción y subjetivación que me posicionan aquí y ahora.” En Fundamentos contingentes; El feminismo y la cuestión del “Posmodernismo”, Centro de Documentación sobre la Mujer, Buenos aires, Argentina. 2001.

[3] Según Roudinesco, la primera mención de Freud a Edipo se produce tres semanas después de renunciar a su teoría de la seducción, en 1897. La familia en desorden, pág. 61

[4] Marc Augé señala este reforzamiento como un problema en las ciencias sociales: “ Trátase en efecto de una paradoja, pues los dos términos que la definen (generalidad y realidad) sólo pueden coexistir si el uno relativiza al otro. De ahí la idea de promedio o de ‘medio’ de la cual uno puede concebir que permita la generalización, pero de la cual se puede dudar que exprese concretamente lo real...” Recordando a Marcel Mauss, Augé agrega ... “Hay que hacer como ellos [los historiadores]: observar lo que se ha dado. Ahora bien, lo dado es Roma, es Atenas, es el francés medio, es el melanesio de esta o aquella isla y no la plegaria o el derecho en sí. ¡Diablos, diablos!: presentimos la doble dificultad que se perfila aquí: ¿será tan fácil, una vez recompuestas estas entidades históricosociológicas, liberarlas de su reserva culturalista? Y luego, suponiendo que estas entidades conserven algo de concreto, ... tomará necesariamente ese algo su color de un lugar y una época? ” en El viajero subterráneo, pág 66

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