lunes, 4 de mayo de 2009
Género neutro. 6- La mutualidad como obstáculo a la fusión
El mito de origen en Gueden, planeta de la novela La mano izquierda de la oscuridad, dice que “En el principio había sol y hielo, y no había sombras. Luego de muchos años el sol ardiente abrió una gran hendidura en el hielo. En los bordes de esta hendidura había enormes formas de hielo, y las gotas que estaban fundidas caían y caían. El abismo no tenía fondo. Una de las formas decía:- Sangro. –Otra de las formas decía: -Lloro -y una tercera decía: -Sudo.”
Las tres salieron del hielo y con sus excrementos, aliento y sudor, crearon el mundo; luego encontraron a 39 durmientes, que sólo despertaron al beber la leche en que las gotas se habían convertido fundidas con el sol.
Estos 39 habían sido creados también a partir del Hielo, por la luz.
Debido al exilio de quien mató, asustado de no verse solo, uno a uno de sus hermanos mientras iban despertando, las naciones quedaron separadas por un gran abismo: un durmiente había logrado huír antes de ser muerto. Al encontrarse los dos, únicos sobrevivientes, entraron en kémmer, y su descendencia se agrupó en naciones. Pero el nombre del hermano que fue padre jamás se conoció. Desde entonces, “todos los niños que nacieron de los dos hermanos llevaban un pedazo de oscuridad que los seguía a todas partes a la luz del día -un lado oscuro-, “Porque nacieron en la casa de la carne, y así la muerte les pisa los talones...”
“...Al final de los tiempos el sol se devorará a sí mismo y la sombra devorará la luz, y no quedará nada sino hielo y oscuridad”.
El conjunto devela que “la mano izquierda de la oscuridad” es aquella del hermano kemmerante tabuado; ese fragmento narcisista que crea, por la prohibición del incesto fraterno, culturas que tienen ”la obsesión de la totalidad, como nosotros la obsesión del dualismo”:
“La luz es la mano izquierda de la oscuridad,
Y la oscuridad es la mano derecha de la luz.
Las dos son una, vida y muerte, juntas
como amantes en kémmer,
como manos unidas,
como el término y el camino.
El mito de esta ficción fundamenta así el nacimiento de una sociedad donde el dualismo ha sido tabuado pues sobrevivió por encima de la fraternidad. Este tabú orgota garantizaría la multiplicidad, la mutualidad, la salida del dualismo (o de la endogamia, si se lo quiere llamar así). Con esto, Ursula Le Guin nos muestra un mito que si es de ficción no importa, lo es tanto como cualquier otro mito. La diferencia es que no necesita basarse en la competencia entre iguales ni en las jerarquías binarias para organizar un sistema social.
Por el contrario, podemos decir que lo tabuado en el mito de Edipo es la fratría, pues el asesinato que Edipo comete exculpa al padre muerto de sus impulsos filicidas y crea una deuda del hijo hacia él, junto a la obsesión por restablecer pares opuestos (o una dualidad que para no ser mortífera debe hacerse Uno).
La oscuridad evoca aquí el negativo de lo revelado, es represión mítica y oculta la fuerza mortífera que consolida su poder.
Para ello, a la vez que Ursula Le Guin reinventa otra economía representacional, acude al concepto de lo dual, que en Gueden ha sido excluido del lenguaje pero existe aún sin nombre.
Eso no revelado, ese fragmento de real que es la mano opuesta de un par, funciona como indicio -lo más cercano a una inscripción- de un desgarramiento, una brutal separación. Y circula por la vivencia dando base a una organización no binaria y no patriarcal.
J. Butler, en "Cuerpos que importan", dice: “La formación de un sujeto exige una identificación con el fantasma normativo del “sexo”, y esta identificación se da a través de un repudio que produce un campo de abyección, un repudio sin el cual el sujeto no puede emerger. Este es un repudio que crea la valencia de la abyección y su condición de espectro amenazador para el sujeto”
Tras su significado vamos y venimos en el libro junto a Ai y a Estraven, en una migración donde perderemos toda identificación con la soberanía. Su travesía nos sumergirá en el poliglotismo, ese “estado de traducción ”, diría Rossi Bradotti, propio de quien dejó su casa natal.
Y es cierto que no todo puede pronunciarse: Ai y Estraven usarán a veces, un lenguaje sin palabras, especie de comunicación mental, de reconocimiento mutuo en el que se cobijan y les permitirá abandonar sin nostalgia la lengua materna, dejar sus “hábitos hegemónicos del pensamiento”..., tomar “los sitios lingüísticos como el ventajoso punto de partida” desde el cual construir la alteridad”.
Sobre todo su cuerpo, les recordará que siguen portando huellas y estas no son semánticas: van desde no tolerar ciertas comidas hasta el hermano kemmerante que perdió su mano izquierda en el intento de restablecer de su unión.
Tal vez por eso Ai y Estraven, que se aman, no harán el amor: sus diferencias físicas podrían alzar entre ellos barreras que no desean.
Como Rosi Braidotti entiende en Sujetos nómades, es interesante recordar aquí que " Foucault sostiene que la constitución del sujeto frágil escindido de la era postmetafísica, es en realidad un proceso que consiste en codificar culturalmente ciertas funciones y actos como significativos, aceptables, normativos, deseables. En otras palabras, uno llega a ser un sujeto a través de una serie de interdicciones y permisos que inscriben la propia subjetividad en una base pétrea de poder. El sujeto es, entonces, un montón de partes fragmentadas que se mantienen unidas gracias al adhesivo simbólico que es el apego al orden falocéntrico o la identificación con él”.
Pero así como desde el orden falocéntrico la fusión es el opuesto de la separación y la dualidad el opuesto de la terceridad, Ursula Le Guin inventa (¿o quizás recuerde de alguna otra sociedad que conoció?) un orden multicéntrico, donde la mutualidad se opone a la dualidad y la fusión a la fraternidad.
Las tres salieron del hielo y con sus excrementos, aliento y sudor, crearon el mundo; luego encontraron a 39 durmientes, que sólo despertaron al beber la leche en que las gotas se habían convertido fundidas con el sol.
Estos 39 habían sido creados también a partir del Hielo, por la luz.
Debido al exilio de quien mató, asustado de no verse solo, uno a uno de sus hermanos mientras iban despertando, las naciones quedaron separadas por un gran abismo: un durmiente había logrado huír antes de ser muerto. Al encontrarse los dos, únicos sobrevivientes, entraron en kémmer, y su descendencia se agrupó en naciones. Pero el nombre del hermano que fue padre jamás se conoció. Desde entonces, “todos los niños que nacieron de los dos hermanos llevaban un pedazo de oscuridad que los seguía a todas partes a la luz del día -un lado oscuro-, “Porque nacieron en la casa de la carne, y así la muerte les pisa los talones...”
“...Al final de los tiempos el sol se devorará a sí mismo y la sombra devorará la luz, y no quedará nada sino hielo y oscuridad”.
El conjunto devela que “la mano izquierda de la oscuridad” es aquella del hermano kemmerante tabuado; ese fragmento narcisista que crea, por la prohibición del incesto fraterno, culturas que tienen ”la obsesión de la totalidad, como nosotros la obsesión del dualismo”:
“La luz es la mano izquierda de la oscuridad,
Y la oscuridad es la mano derecha de la luz.
Las dos son una, vida y muerte, juntas
como amantes en kémmer,
como manos unidas,
como el término y el camino.
El mito de esta ficción fundamenta así el nacimiento de una sociedad donde el dualismo ha sido tabuado pues sobrevivió por encima de la fraternidad. Este tabú orgota garantizaría la multiplicidad, la mutualidad, la salida del dualismo (o de la endogamia, si se lo quiere llamar así). Con esto, Ursula Le Guin nos muestra un mito que si es de ficción no importa, lo es tanto como cualquier otro mito. La diferencia es que no necesita basarse en la competencia entre iguales ni en las jerarquías binarias para organizar un sistema social.
Por el contrario, podemos decir que lo tabuado en el mito de Edipo es la fratría, pues el asesinato que Edipo comete exculpa al padre muerto de sus impulsos filicidas y crea una deuda del hijo hacia él, junto a la obsesión por restablecer pares opuestos (o una dualidad que para no ser mortífera debe hacerse Uno).
La oscuridad evoca aquí el negativo de lo revelado, es represión mítica y oculta la fuerza mortífera que consolida su poder.
Para ello, a la vez que Ursula Le Guin reinventa otra economía representacional, acude al concepto de lo dual, que en Gueden ha sido excluido del lenguaje pero existe aún sin nombre.
Eso no revelado, ese fragmento de real que es la mano opuesta de un par, funciona como indicio -lo más cercano a una inscripción- de un desgarramiento, una brutal separación. Y circula por la vivencia dando base a una organización no binaria y no patriarcal.
J. Butler, en "Cuerpos que importan", dice: “La formación de un sujeto exige una identificación con el fantasma normativo del “sexo”, y esta identificación se da a través de un repudio que produce un campo de abyección, un repudio sin el cual el sujeto no puede emerger. Este es un repudio que crea la valencia de la abyección y su condición de espectro amenazador para el sujeto”
Tras su significado vamos y venimos en el libro junto a Ai y a Estraven, en una migración donde perderemos toda identificación con la soberanía. Su travesía nos sumergirá en el poliglotismo, ese “estado de traducción ”, diría Rossi Bradotti, propio de quien dejó su casa natal.
Y es cierto que no todo puede pronunciarse: Ai y Estraven usarán a veces, un lenguaje sin palabras, especie de comunicación mental, de reconocimiento mutuo en el que se cobijan y les permitirá abandonar sin nostalgia la lengua materna, dejar sus “hábitos hegemónicos del pensamiento”..., tomar “los sitios lingüísticos como el ventajoso punto de partida” desde el cual construir la alteridad”.
Sobre todo su cuerpo, les recordará que siguen portando huellas y estas no son semánticas: van desde no tolerar ciertas comidas hasta el hermano kemmerante que perdió su mano izquierda en el intento de restablecer de su unión.
Tal vez por eso Ai y Estraven, que se aman, no harán el amor: sus diferencias físicas podrían alzar entre ellos barreras que no desean.
Como Rosi Braidotti entiende en Sujetos nómades, es interesante recordar aquí que " Foucault sostiene que la constitución del sujeto frágil escindido de la era postmetafísica, es en realidad un proceso que consiste en codificar culturalmente ciertas funciones y actos como significativos, aceptables, normativos, deseables. En otras palabras, uno llega a ser un sujeto a través de una serie de interdicciones y permisos que inscriben la propia subjetividad en una base pétrea de poder. El sujeto es, entonces, un montón de partes fragmentadas que se mantienen unidas gracias al adhesivo simbólico que es el apego al orden falocéntrico o la identificación con él”.
Pero así como desde el orden falocéntrico la fusión es el opuesto de la separación y la dualidad el opuesto de la terceridad, Ursula Le Guin inventa (¿o quizás recuerde de alguna otra sociedad que conoció?) un orden multicéntrico, donde la mutualidad se opone a la dualidad y la fusión a la fraternidad.
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